

Entrevistador (presente) que llamaré E. Entrevistado (pasado) que llamaré P.
E. ¡Hola! Te saludo con mucho gusto, ¿estás listo para contestar unas preguntas?
P. ¡Listo!
E. ¿Cómo te sientes con tu nombre? ¿significa algo para ti?
P. Ya me acostumbré a mi nombre, significa que fui, que ya no existo, que todo lo que hice o dejé de hacer quedó, que ya no puedo hacer nada.
E. Te escucho un tono, como de arrepentimiento o nostalgia.
P. SÍ. En este momento me salió ese tono porque recordé que pude haber vivido más feliz de lo que viví, siendo más audaz, sin miedo. Sin miedo al qué dirán.
E. ¿Al qué dirán?
P. Sí, cuidando siempre cómo me veía, qué decía, tratando de encontrar la aprobación de los demás. Reitero, pude haber sido más feliz de lo que fui -al menos eso creo- no es que me queje, la pasé bien, solo que con el paso del tiempo, supe que había más cosas por descubrir, pero que yo no las veía, pienso ¿qué habría tenido que pasar para que yo volteara a verlas? Me estoy refiriendo a mi etapa de adolescencia.
E. ¿Por qué haces referencia a tu etapa de adolescencia?
P. Porque mi infancia y mi niñez la viví, la disfruté, cumplía con mis responsabilidades, tranquila, feliz, sin preocupaciones, me sentía amada y protegida; ahora ya puedo nombrar esos sentimientos, en aquel entonces, solo vivía feliz.
E. Y después de tu adolescencia ¿qué pasó?
P. Pasó algo maravilloso, entré a formar parte del mundo laboral, a tener solvencia económica, fue algo nuevo y agradable para mí, en mi casa no había necesidades económicas, yo contribuía con el gasto familiar ¡claro! con una pequeña parte, pero me hacía sentir muy bien, se respiraba, tranquilidad y bienestar, gracias a la familia de la cual soy parte.
Después de poco tiempo, casi de forma simultánea, conocí el amor, el hombre de quien me enamoré, fue mi primer novio y él también se enamoró de mí, nos casamos y formamos una familia. Hasta ahí, todo fue para mí muy bien, porque no tuve decepciones amorosas, me escapé de sufrir “mal de amor”.
Hasta aquí, todo se había desarrollado “perfecto” vivía en “una burbuja”. -Permíteme por favor decirte luego porqué digo “burbuja”-.
Nuestra vida en pareja fue muy buena, una duración de 43 años deja ver que hubo el amor, respeto y confianza suficientes para que se diera una buena negociación y apoyo para ir resolviendo y tomando acuerdos sobre eventos y circunstancias que van surgiendo a lo largo de una vida en pareja; es importante decir que hubo situaciones muy difíciles, derivadas de costumbres familiares diferentes; de personalidades afines en algunas cosas y totalmente opuestas en otras. Se fueron abriendo caminos, en algunas ocasiones solo me dejé llevar, creo que no había la suficiente energía o claridad mental para hacer lo que me hubiera gustado hacer; en otras ocasiones vi que se iban abriendo puertas de oportunidades de crecimiento y cambios y, simplemente las crucé, aunque no tenía claro hacia donde quería ir, yo sabía que había algo más y yo quería “eso”.
El tomar esas oportunidades me llevó a sentir que tomé decisiones correctas.
Elegí a la persona correcta, que sin su apoyo incondicional -en todas las áreas- no hubiera sido posible el sentir mi realización.
Decidí permanecer y mantener esa relación que en ocasiones se tornaba muy difícil.
Decidí voltear a mi alrededor, ver, apreciar y valorar a las personas que me rodeaban –no verme solamente yo-, fue entonces que descubrí que tenía una fortaleza y una determinación que habían permanecido ocultas.
Decidí conocerme más, estudiarme como ser humano y me di cuenta de que soy mente, que mis pensamientos son básicos para mi desarrollo; que soy cuerpo, que debo hacer lo necesario para estar sano; y que soy espíritu, que debo creer que todo es posible.
y…creémelo, he descubierto tantas cosas en mí, que por eso el comentario de “pude haber sido…”.
No fueron algunas cosas, pero sí están siendo otras que ni siquiera me imaginaba y de las cuales disfruté.
Tengo más que contarte ¿quieres que continúe?
E. Sí, por favor.
P. Fue en esa etapa de mi vida, en la que aprendí a vivir fuera de “mi burbuja”, llamo “burbuja” a vivir solamente en mi mundo. Viví experiencias nada agradables, experiencias que jamás pensé que pudiera llegar a vivirlas. Fu entonces que empecé a mirar a mi alrededor; y vi que, había mucha gente que no se la estaba pasando bien, que había quienes estaban o parecían estar peor que yo; eso era nuevo para mí, yo pensé que todo mundo vivía feliz como yo. Ahora sé que ese es el mundo, que siempre ha sido, lo único que había pasado es que yo no había volteado a verlo. ¿Recuerdas que te comenté que qué tendría que haber pasado para que yo volteara a ver las cosas que estaban a mi alrededor y no las vi?
E. Sí.
P. Esto es lo que tendría que haber pasado, salir de “la burbuja” en la que vivía.
Uno de mis valores de vida es el agradecimiento, y agradezco haber conocido la vida dentro y fuera de la burbuja.
E. ¿Y cuál prefieres?
P. Creo que no se trata de elegir, simplemente, quedarte con lo que cada experiencia te deja, en “la burbuja” sentía que lo tenía todo, no tenía necesidad de nada; fuera de “la burbuja”, he aprendido a identificar lo que necesito, física, emocional y espiritualmente y a trabajar por ello, y al obtenerlo, tengo la sensación de que lo tengo todo, de que no necesito nada. Como ves el resultado es el mismo, con la única diferencia que, en algunas ocasiones la vida te lo da, y en otras tienes que trabajar por ello.
E. De acuerdo contigo. ¿Quieres hacer un último comentario?
P. Sí, quiero decir que te agradezco el haberme hecho estas preguntas, porque me diste la oportunidad de recordar y reconocer de qué estoy hecho. Y déjame decirte que, al voltear atrás me siento satisfecho de mi vida y de la forma como la he vivido. ¡Muchas gracias!
E. Yo te agradezco a ti el haber tocado puntos claves que me ayudarán a seguir con mi autoconocimiento, y valorando y aprovechando lo que cada día me ofrece.
Te mencioné al principio de esta entrevista que, te escuché un tono de arrepentimiento o de nostalgia; ahora te escucho de otra forma, te escucho con un tono de satisfacción, de satisfacción del deber cumplido.
¡Muchas gracias! ¡Hasta siempre y hasta nunca!